DEIÀ

  • 01 ABR 2009

Deià, asentada en un valle. Poblado desde tiempos prehistóricos gracias a sus abundantes fuentes, cuevas y caza, Deià adquirió su nombre ad daia (?aldea``) en la época musulmana (S. X-XIII) a la vez que se estableció una próspera horticultura, basada en un abancalamiento del terreno y un sofisticado sistema de riego y drenaje todavía en uso. Tras la conquista cristiana, fue concedida al Conde de Roselló como parte de Valldemossa y en 1239 se construyó un monasterio cisterciense (cuya simbología persiste en el escudo municipal) en Ca l?Abat, y otro en Son Rul?lan, a poca distancia de Miramar donde el beato Ramón Llull fundó su escuela misionera. En 1583 Deià se independizó de Valldemossa; durante la edad media, llegó la gran expansión del olivo, establecido ya en tiempos musulmanes o posiblemente romanos, extendiendo las terrazas de cultivo hasta la cota de los 600 metros. El pueblo creció de espaldas al mar, protegiéndose del viento del norte y de los ataques de los corsarios, dedicándose a la pesca, el olivo, los cítricos y el ganado lanar; en los altos encinares se engordaba el porc negre mallorquí y se producía cal viva y carbón vegetal; en la cima de la sierra se cultivaba trigo y con la nieve en invierno se formaban bloques de hielo para fines medicinales. La población llegó a alcanzar 1500 habitantes. A partir de finales del s.XIX, gracias a la belleza del paisaje y la vida tranquila, sencilla y barata, empezaron a establecerse románticos, bohemios y artistas, desde el Archiduque Luis Salvador hasta el compositor Manuel de Falla, los pintores Leman, Junyer o Russinyol, o los poetas Robert Graves y Laura Riding. Algunos de ellos se quedaron aquí para siempre, como atestiguará una visita al cementerio. La población actual supera los 700 habitantes, que se dedican no sólo a la construcción y al turismo, sino también a la agricultura, la artesanía y a las artes plásticas.